Mi niño/a me pide mucha atención

Según la edad del niño la atención que busca necesita una respuesta u otra. En los primeros meses necesitan ser atendidos con bastante inmediatez, porque les va la vida en ello, necesitan ser alimentados, confortados, cuidados en todos los sentidos. Y si necesitan atención que no están recibiendo usan el llanto, poderoso reclamo, para que el mundo acuda a ellos, ya que no tienen la opción de moverse. Esto requiere unos niveles de atención cuando estamos con ellos que resultan, mental y emocionalmente, agotadores teniendo en cuenta que, al principio, es 24 horas al día con breves intervalos de descanso insuficientes para un adulto.

Cuando ya caminan, los niños buscan atención también pero las situaciones que requieren atención inmediata de dejarlo todo y acudir cada vez son menos. Muchas otras situaciones, el niño puede esperar un momento, o más de un momento. Por ejemplo,hay ocasiones en las que niños de dos y tres años cuando su madre está hablando con alguien no la dejan decir dos palabras, ni aunque los tengan en brazos, porque están interrumpiendo, a veces cogiéndole físicamente la cara para que la vuelva hacia ellos. El niño, o la niña, están exigiendo atención exclusiva que no quiere compartir con nadie.

¿Qué hacer?  

Estas son excelentes oportunidades que no debemos desaprovechar para enseñar a nuestros niños a esperar. Podemos ignorarlos hasta que acabemos la frase, retirarles la mano y mantenerla cogida.Después mirarlos y decidles ‘mamá está hablando’, ‘cállate ahora’. Evidentemente, cuanto más pequeños son menos pueden aguantarse y por eso tenemos que pedir lo que sabemos que, en las circunstancias, pueden dar. Pero si lo tenemos presente y sabemos lo importante que es para su desarrollo que aprendan a esperar encontraremos muchas oportunidades.

Hay madres que con su mejor voluntad, pero erróneamente, creen que tienen que prestar atención inmediata a cualquier cosa, en todo momento, siempre. Y esto a costa de contar con cierto espacio propio. Si estas madres se paran a pensar se darán cuenta que así están privando a sus hijos de una experiencia esencial, que es la de esperar y todo lo que ocurre en sus mentes mientras esperan. Tienen que manejar sus emociones de urgencia, de aceptar la demora, buscar sus propios modos de distraerse, observar que otros también tienen cosas que hacer y decir que no tienen que ver directamente con él o ella, aprender de lo que observan y escuchan.

Por debajo del tupido día a día, casi hora a hora, la vida de un niño o niña se mueve hacia la organización y la autonomía. Ellos van madurando y creciendo siempre que los padres les ayuden pidiéndoles con arreglo a sus posibilidades y celebrando sinceramente sus logros en su camino de autonomía. Limitarse a ser la respuesta a todas sus demandas, sin marcar el camino y los límites, no les hace más felices y perjudica su desarrollo emocionalAprender a esperar es fundamental para un desarrollo emocional adecuado.

Si queremos que nuestros hijos se relacionen bien y alcancen sus metas, pequeñas o grandes, necesitan saber esperar su turno de conversación, esperar a que otro termine lo que está hablando o haciendo, no interrumpir impulsivamente. Todo eso desarrolla el pensar antes de hablar. Al observar y escuchar se incorpora información a su pensamiento sobre el otro. Esto le ayudara a funcionar en un ‘nosotros’.

Dra. Mª Ángeles Cerezo

Catedrática de Psicología
Especialista en Psicología Clínica
Directora Científica de IPINFA- Instituto psicológico de la Infancia y la Familia.

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PILAR CIFUENTES

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