El embarazo, el parto, el puerperio y la crianza de los primeros años son experiencias que comportan el proceso de ser madre. Son experiencias físicas, emocionales y vitales muy complejas que ponen a prueba el equilibrio psicológico de cualquier mujer. En efecto, en muchos casos ese equilibrio se desestabiliza y se producen alteraciones del afecto y el ánimo, depresión y ansiedad, y en menor medida trastornos psicóticos.

Sin embargo, hay cierta resistencia a reconocer estas situaciones cuando el contexto social y familiar favorece lo del ‘todo va bien’ y ‘ella es muy fuerte y valiente’ alimentado por un deseo de la mujer de cumplir con estas expectativas, porque aceptar lo contrario le asusta y le cuestiona.

Considerando todas las mujeres embarazadas o que han tenido a su bebé incluyendo el primer año de crianza, las estadísticas no dejan lugar a dudas. En nuestro entorno más desarrollado 1 de cada 5 mujeres sufre alguno de estos problemas y en países en desarrollo hasta un 1 de cada 3. Es un fenómeno universal. Por ello, la OMS considera que los problemas de salud mental materna son uno de los mayores retos en Salud Pública, a  nivel global, no solo por la madre sino por su criatura y el impacto en su desarrollo. Las madres no pueden responder a las necesidades emocionales de sus hijos y esto afecta a su desarrollo cerebral. De hecho, cuando la madre mejora el desarrollo del niño se recupera. Quizá por una creciente sensibilidad y por dar visibilidad social se inició, hace tres años, el día de la ‘Salud Mental Materna’, el 30 de abril. Esta estrategia favorece que el tema encuentre su lugar dentro de los servicios del sistema atención sanitaria.

Sin embargo, desde nuestra experiencia como psicólogas en esta área queremos compartir nuestro planteamiento preventivo atendiendo a la complejidad de los procesos de la maternidad que toman forma en cada mujer y su circunstancia. Hay que tomarse en serio promover y apoyar el bienestar emocional de las gestantes y madres que están criando, quitando obstáculos que lo ponen en riesgo en una etapa vital muy vulnerable. Acciones…

Normalizar, a nivel social, el reconocimiento de la dificultad del tránsito vital a la maternidad y del ejercicio de la misma, frente a tanta propaganda que recuerda el ‘coro de los grillos que cantan a la luna’, que decía el poeta. Esto facilita que las mujeres ‘salgan de este armario’ expresen sus dificultades emocionales y puedan buscar apoyo y ayuda como se hace en otras áreas de la vida.

Trabajar por mantener el suficiente ‘bienestar emocional’ que prevenga la caída, es decir que la mujer sea consciente de sus capacidades para poder afrontar las tensiones de la fase de vida en la que está entrando. Para ello, empecemos por la preparación emocional durante el embarazo, para que perciban más control sobre lo que les sucede y les va a suceder (parto, post-parto vuelta a casa) gestionando así sus emociones de la forma más saludable posible. La sensación de incertidumbre y no sentir control es un precipitante de depresión y produce ansiedad.

Después, cuando ya llega el bebé, normalizar el llevar un seguimiento periódico del bienestar emocional de ambos y del padre o pareja, para facilitar la crianza mediante el apoyo personalizado de especialistas psicólogas en este ámbito específico. Valorar esto tanto como se valora llevar un seguimiento de la evolución física tanto de la madre como del bebé y su crecimiento.

En la vida hay lluvias, tormentas, tornados, brilla el sol, vuelve a nublarse. Nos gustaría que viéramos los procesos de maternidad como una parte del camino con fuertes vientos, que pueden ser vendavales que nos hagan perder el equilibrio. Si sabemos la predicción del tiempo seremos precavidas y saldremos lo mejor equipadas posible para atravesarlo y poder contemplar, después, el maravilloso arco iris que cierra una gran tormenta. Como psicólogas en esta área nuestra experiencia esta en proveer de equipos personalizados para ayudar vuestro viaje.