Y a los 44 días, un domingo se abrió la calle para los niños

Los bebés y los niños han vivido una cuarentena cumplida de cuarenta y tres días recluidos en sus hogares. No por ansiada esta nueva situación de poder salir está libre de dudas y paradojas. Cabe ahora preguntarse ¿por qué?

Estamos a tiempo de revisar la narrativa que cada cual ha vivido y construido en sus casas con niños delante. La convivencia continuada que, en la inmensa mayoría de los casos, cuenta con espacios muy reducidos, hace difícil establecer ciertas barreras. Además, es imprescindible distinguir los niños por su edad y maduración porque todo es muy distinto dependiendo de ese factor.  Podríamos distinguir grosso modo cuatro grupos: de bebés hasta 2 añitos, los de 3 a 6, los de 7 a 11, y los mayores con 12, 13 o 14 años. No sirve a nivel práctico hablar de los niños en general ignorando las grandes diferencias entre ellos a nivel de comprensión del mundo y desarrollo emocional.

Así que, calle y niños hasta 2 añitos: Si la madre y el padre se han mantenido, delante de ellos cuando estaban despiertos, suficientemente calmados y han usado el tiempo dentro de las rutinas de alimentarlos, asearlos, tiempo de descanso, con buen ánimo y disfrutando de ratos cara a cara, escuchándolos, etc. la salida a la calle es una prolongación de esto. La buena noticia es que para un bebé todo su mundo es el adulto con el que mantiene un círculo mágico. Quien se tiene que cuidar en esta extraordinaria y estresante situación es el adulto para garantizar el bienestar del bebé.

Los niños y niñas de tres años hasta los cinco, o los seis, depende de lo adelantados que vayan, son capaces de representarse cosas pero según sus recursos mentales. A partir de estas edades los adultos tienen que poner más atención a lo que se dice delante de ellos, a lo que se oye y ve en casa. Durante una eternidad, para la escala de tiempo de un niño, se ha visto por todas partes una bola de proporciones gigantescas con cuernos rojos –por ejemplo proyectado en las noticias ocupando todo la pared del plató… Mamá y papá muy preocupados, hablando entre ellos del nosequé que es un bicho, preocupados cuando llaman a abuelos y amigos, hablan de muertos… ¿qué es eso?… ¿la gente se va y ya no está más? No puedo ver a los abuelos para que ellos estén bien (¿!?) No vamos al cole ni a la calle porque hay bicho… Solo tenemos que intentar regresar a nuestra más tierna infancia para comprender que un niño pueda no querer salir a la calle. Aunque hay mucha casuística, en general, deberíamos limitar las conversaciones sobre el tema a cuando no estén presentes. Hacer una narrativa en la que con cuentos, dibujos etc. podamos entrar en su universo en el que, por suerte, hay varitas mágicas y los buenos ganan.  Aprovechar eso para darles recursos y la seguridad que necesitan para enfrentarse a esto y a más cosas perturbadoras. Fundamental hacer eso estando serenos y con humor, al menos cuando ellos nos ven. Para poder hacer esto los padres tienen que ingeniárselas para recargar sus ánimos y cuidarse.

Con los niños más mayores, hay que conversar un poco más. Los niños no suelen verbalizar lo que sienten, ¡aun están trabajando en ello! Así que funciona cuando estamos haciendo algo con ellos, una masa en la cocina, un juego de mesa, cuando dibujan y colorean… entonces salen comentarios y podemos introducirnos en su mundo para ver cómo se sienten y qué seguridad necesitan de nuestra parte que les mantenga tranquilos.

Salir a la calle, no tiene que ser una larga explicación de lo que no pueden hacer… sino en positivo: “El domingo salimos a pegarnos una carrera a ver quién gana, o vamos a ver andando muy deprisa, sin levantar los pies para correr, quien llega a la esquina antes”. O si se llevan un juguete, “Vamos a sacar a pasear a…“ Si preguntan por los columpios: “Hoy están cerrados que los están limpiando, la próxima vez a ver si ya los han arreglado”. Cuando se acaba el tiempo: “Ya estamos cansados vamos a volver a casa, mañana más y nos traeremos el otro juguete, ¿vale?”

Los niños escolares también necesitan expresar cómo están digiriendo lo que están consumiendo a diario en grandes cantidades, esta atmósfera un poco asfixiante monopolizada por el coronavirus y sus efectos. Sus mentes ya no pueden valerse de varitas mágicas que les dan tranquilidad, ahora el poder en su imaginación puede venir de ellos mismos, es el tiempo de identificarse con superhéroes. Esto puede ser una vía para que puedan ganar el control sobre tanta incertidumbre. Hay que dedicar ratos por los que a través de actividades juntos entremos en su mundo para ver cómo van sus sentimientos y preocupaciones. Jugando a construcciones y a historias de superhéroes, sus mentes se relajan y despreocupan cuando juegan porque se focalizan en la acción y en los personajes. Salir a la calle quizá disfrazado de superhéroe puede ser una ocasión de divertimento y de sentirse jugando a estar más seguro.

El grupo de los más mayores requiere otra aproximación. Según la mente va envolviéndose de capas y acercándose más a la nuestra, va ganando en profundidad de entendimiento y en independencia (de ahí su entrada en el reino de la identidad: yo no soy tú), pero también va perdiendo talismanes. Ya no se pueden creer con superpoderes. Esto les hace más frágiles. Por eso son los que necesitan mucha atención de escucha, pueden intuir las catástrofes en toda su extensión pero saben que no tienen recursos como los adultos, están perdidos en la tierra del ‘inter-reino’, ya no son niños, todavía no son mayores. Esto les asusta muy profundamente. Por eso, hemos de plantear las cosas como son, porque entienden pero a la vez, dándoles un mensaje inequívoco, con hechos y con nuestra actitud de que no están solos y nosotros les protegemos: ‘no pasa nada que no podamos arreglar’ ‘esto se va a pasar’ y ‘mientras yo esté aquí no te pasará nada’ ‘es bueno hablar contigo’. El planeta está lleno de vida, hay microbios por todas partes, nosotros vivimos gracias a muchos de ellos, tenemos que convivir y con éste también encontraremos la manera solo tenemos que ganar tiempo. Aprenderemos para próximas situaciones a estar más prevenidos. Saldremos a la calle y nos fijaremos en todas las cosas que antes veíamos a prisa y hablaremos de lo que hacíamos antes y de lo que haremos en unos meses.

24-04-20 M. Ángeles Cerezo©

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PILAR CIFUENTES

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